Aún no había amanecido cuando una larga fila de personas se formaba a las afueras del Estadio Azteca. Jóvenes nerviosos, acompañados de padres aún más inquietos, esperaban ansiosos la apertura de las puertas del “Coloso de Santa Úrsula” para someterse al examen de ingreso a la UNAM.

No era para menos, se jugaban su futuro, o al menos una parte importante de él. Pasar esa prueba significaba formar parte de los 120 mil afortunados estudiantes de la “máxima casa de estudios del país”, una frase que muchos de esos jóvenes habían escuchado como un mantra desde su infancia. No aprobar, en cambio, podría significar, para algunos, una deshonra, formar parte de los siete mil estudiantes que tendrían que repetir el examen, buscar otras alternativas educativas o incluso descartar la idea de continuar estudiando.

Año tras año, durante las décadas de los 70 y 80, sucedía lo mismo: en cuanto se abrían las puertas del Estadio Azteca, comenzaba el desfile de chicos y chicas. Aspiraban a ingresar a una de las preparatorias o a alguno de los planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades, conocido por sus siglas como C.C.H.

Al ingresar al Estadio Azteca, cada aspirante recibía primero la bendición de sus padres y luego las instrucciones del personal de la UNAM sobre cómo llegar a su respectiva sección. Con nerviosismo, recorrían los pasillos hacia su grada correspondiente, experimentando no solo ansiedad, sino también asombro por las dimensiones del “Coloso”. Para muchos, era su primera vez en la catedral futbolística de México.

A finales de la década de los 80, se dejó de utilizar el Estadio Azteca como sede de los exámenes de admisión a la UNAM. Nadie sospechaba que una pandemia, como la del Covid-19, haría que cientos de aspirantes regresaran al Coloso de Santa Úrsula para presentar nuevamente la prueba de admisión.

En menos de una hora, el Azteca se llenaba de jóvenes ilusionados. Solo había un asiento vacío entre cada uno para evitar el copiado. Mientras que cada fin de semana, 24 futbolistas se enfrentaban en este lugar por los resultados del marcador utilizando sus cabezas y pies, en este día, 40 mil jóvenes de casi la misma edad hacían lo mismo, pero utilizando su cabeza y su mano para responder a las preguntas del examen.